En el umbral de la puerta, una mujer reflexiona. Frente a ella, percibe un mundo de sensaciones desconocidas que la atraen. Contempla el vuelo de un ave, y se eleva junto a ella; esta nueva emoción desconocida despierta a su corazón, y la savia de la vida recorre todo su cuerpo, mezclada con sonidos y olores que la embriagan, dándole firmeza a su decisión. Tras ella un mundo de evocaciones. Para cruzar el umbral, solo puede llevar recuerdos que la sostengan. Pone la mano sobre su corazón, y sus latidos llenos de amor evocan sus mejores vivencias, y trae a su memoria: El valor para hoy ser ella. La ternura y la voz de su padre. La aventura dolorosa y feliz de ser madre. El olor de su colegio, y el primer amanecer. Su corazón le dice: sal del umbral te acompaño.
María Luisa Heredia Castillejo