Iba Pinocho paseando por un bello jardín rodeado de árboles que confluyen en una fuente central. Alrededor de la fuente había rosales en flor de todos los colores: blancos, amarillos, granates, naranjas, de un perfume penetrante. Al fijarse Pinocho en una flor, descubrió una pequeñísima figura , y cuál no sería su sorpresa cuando le oyó decir:
-Hola, ¿me puedes ayudar a ir a mi casa ? Yo solo tardaría mucho .
– Pero quién eres tú?
-Soy Pulgarcito, ¿no has oído hablar de mí?
-Sí, pero yo creía que eras un personaje de ficción, no me imaginaba que existieras de verdad.
-Pues ya ves.
-Y tú, quién eres?
-Yo Pinocho, también como tú, un personaje de cuento. Que cada vez que miento, me crece la nariz. Y ahora cuando diga que te he visto, nadie me va a creer.
– Pero como es verdad, no te crecerá,
-Vale, ¿y vives muy lejos?
-Eso depende como lo mires. Para mí sí, pero a ti te costará poco seguramente. Mi casa está pasando aquel árbol.
-Claro, eres tan pequeño que tardarías por lo menos un día entero. No te preocupes, para eso estamos los amigos, montante en mi mano y te llevaré con mucho gusto.
-¡Qué bien! Te lo agradezco infinitamente. ¿Hay algo que yo pueda hacer por ti?
-Pues si. Se me han olvidado las llaves y he cerrado la puerta de un portazo, si pudieras entrar por el ojo de la cerradura y abrirme desde dentro, me harías un gran favor.
Eso está hecho –contestó Pulgarcito
Nadie es perfecto, pero todo se puede lograr si nos ayudamos unos a otros y aquí termina este cuento.
Rosa
Precioso!!! Tiene un gran moraleja