Mi Primera Comunión

Yo era una niña de seis años y me gustaba mucho todo lo de la Iglesia.

Me escapaba todos los domingos para oír misa y  cuando llegaba el mes de mayo, me ponía en la puerta de la Iglesia de San Francisco, para poder ver a las niñas de primera comunión.

Me hacía mucha ilusión, ¡pero éramos tan pobres! Qué aquello era un sueño, el cual yo no podía realizar.

Tuve que apuntarme a la escuela, para poder hacer la catequesis. Yo estaba como loca, porque creía, que de verdad el niño Jesús lo tendría para siempre conmigo en mi corazón y en mi cuerpo, o eso era lo que te decían.

Yo estaba muy contenta y no faltaba nunca a la catequesis y siempre le preguntaba a mi madre si yo llevaría un vestido tan bonito como los de esas niñas, que yo miraba desde la puerta de la iglesia.

Mi madre siempre me respondía lo mismo. El vestido no es lo primordial. Qué para recibir a Jesús con el mismo babi se podía hacer. Pero eso a mí me ponía triste, porque yo pensaba que el vestido era lo más importante para que el niño Jesús entrara en mi cuerpo.

Una tía mía, hermana de mi madre, me encontró llorando un día que fue a mi casa. Ella me quería mucho y me dijo. ¡Solete!  ¿Qué te pasa? Le conté mi pena y ella me dijo, qué me iba a solucionar el problema, que yo no podía hacer la primera comunión con el babi de la escuela.

Me cogió de la mamo y me llevó con ella a casa de su señora, que era de las señoritas que ayudaban a los pobres. Le contó mi problema, qué solo quedaba quince días para que yo hiciera la primera comunión y no tenía vestido.

La señora me miró y dijo algo parecido a esto: Esta niña tan guapa tiene que ir con un vestido muy bonito, para poder recibir al niño Jesús.

Me subieron al desván, que tenían un ropero y sacaron un vestido precioso, el más bonito que yo había visto nunca. No me podía creer, lo que mis ojos veían. Me estaba perfecto, como si me lo hubieran hecho a medida.

No pude dormir esa noche pensando en lo contento que estaría el niño Jesús. Cuando esa mañana salí de mi casa vestida no cabía en mí de gozo. Estaba muy contenta y me puse más todavía, cuando me obsequiaron con un desayuno de chocolate y torta. Pero para mí, lo más importante era que el niño Jesús, me viera guapa y estuviera conmigo…

Marisol Sances.

 

4 comentarios sobre “Mi Primera Comunión

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *