Nació en el otro lado:
Donde hay nubes
De algodón dulce
Y balas de caramelo.
Los hados negros
Tuvieron miedo
De su creatividad
De su palabra
De su dulce ingenuidad.
Hicieron un aquelarre
Y crearon un maleficio:
Una cárcel
A su imagen y semejanza.
Otra vez los dioses iracundos.
Otra vez,
El paraíso y la manzana.
Una cárcel
Sin puertas ni barrotes
Una cárcel
sin paredes, donde el viento
acariciara su piel
y calmara el calor de su juventud
Una cárcel
Para hombres sabios
Para hombres buenos,
Una cárcel
Para hombres de palabra
Y para la palabra.
Urgía mucho hacerla
Antes de que creciera
Su grandeza en libertad.
Una cárcel,
la más cruel,
La que encierra al hombre
En sí mismo.
La que confunde su yo…
Y le quita su libre albedrío.
Una cárcel para siempre.
¡Lo siento niño mío!.
María Luisa Heredia