Las calles silenciosas de mi ciudad…

Amanece en la ciudad. Sus calles desiertas conservan aún el olor a humedad de la tormenta acaecida la pasada madrugada. La mujer transita por sus calles silenciosas, observa con detenimiento cada fachada , cada balcón de la calle. Pasea por el casco histórico de la ciudad en él hay casas señoriales , otras más humildes pero con el sabor del tiempo que ha trascurrido sobre ellas .Se detiene un momento, observa un escudo de armas ,¿ Quien habrá vivido aquí?, ¿Cómo vivirían?, seguro que holgadamente, de acuerdo al rango que desempeñaran en la sociedad de la época.

Continua caminando, qué agradable frescor por las mejillas, se abriga más, saca sus guantes y se los coloca. Sigue su camino, a lo lejos oye ruido, es el barrendero, que con pulcritud está dejando el barrio.

-Buenos días señora,

-Buenos días y fresquitos ¡Que tenga un buen día!.

El paseo es agradable, la mujer no sabe aún el destino de su recorrido. Desea observar y caminar tranquilamente por el barrio. Gira hacía una calle que desemboca en el museo Arqueológico .  Observa con admiración , su fachada. La historia nos dice que aquí hubo un convento de clausura. La imaginación de la mujer se echó a volar , qué vivencias ha debido de haber dentro de estas paredes.

Le viene un olor agradable , a tortas de anís y a matalauva que  proviene de la panadería que hay enfrente del museo. Se compraría una pero aún no habían abierto.

¡ Qué rinconcito tan precioso aquel donde se encontraba!.

Pero había de seguir con la caminata. De nuevo se detiene ante un balcón repleto de helechos y cintas, qué verdor tan bonito, pero claro, la noche anterior había llovido y todo tenía un color especial.

La ciudad se despierta poco a poco, lentamente, bajo la humedad de la noche. Cada silencio se convierte poco a poco en murmullo.

La mujer  pasa delante de un colegio, observa su fachada centenaria, es bonita tiene un gran escudo  ¡Qué recuerdos! Vienen a su memoria la subida por aquella cuesta, el campanario de la Iglesia repiqueteando y los chiquillos subiendo con alegría por la callejuela. Era el colegio donde había pasado toda su juventud. Los niños van subiendo lentamente con una cierta pereza, como si aún no se hubieran despertado del apacible sueño de la noche.

Atrás quedan sus recuerdos mientras continúa su paseo por las  calle silenciosas.

Por unos momentos le apetece  salir de aquel silencio y adentrarse en el bullicioso ruido del centro de la ciudad. Así lo hace, observa con detenimiento sus  escaparates, de atrayentes coloridos , que ya anuncian la primavera. Se siente feliz de haber tenido un paseo tan agradable y con la misma serenidad que la ha acompañado a lo largo de su recorrido, regresa a su hogar…

Araceli López Gómez

2 comentarios sobre “Las calles silenciosas de mi ciudad…

  1. El lector no puede sustraerse al encanto de este relato y a la maravillosa forma en que esta escrito, y acompaña a la escritora en este esplendido itinerario, saboreando junto a ella la delicia de este paseo. ¡¡Magnifica descripción!! Sensibilidad en la mirada y en la pluma.
    ¡¡Enhora buena Araceli!!

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