Un pequeño viaje…

Algunas veces, la vida te pone pruebas. Cuando ese día amaneció, ella sabía que iba a ser diferente. No se encontraba demasiado bien, pero tenía que salir de su ciudad. Le hacía ilusión a pesar de todo. El viaje no era de placer, pero en su interior tenía esa alegría oculta que se esconde en el corazón, o que sale de él, de ese trocito,  que está ocupado y que de vez en cuando se abre, una puertecita para pueda salir, esa pequeña alegría.

Y lo pudo comprobar ese fin de semana. Su dolor se convirtió en ilusión y alegría. Unos ojos de niña pequeña, junto con unas frases chapurreadas de su habla infantil de tres años, hizo que se olvidara de todo. Del dolor, de la soledad, de las penas diarias y de tantas cosas, que hizo ese viaje inolvidable. No le hizo falta salir a la calle, ni ver monumentos, ni tomar el sol…porque el sol estaba con ella, se acostaba con ella, comía con ella y se pasó todo el fin de semana, junto a ella.

Pero el fin de semana pasó y ella tuvo que seguir con su vida. Aunque ya nadie le podía quitar esa ilusión. Y su corazón se abrió un poquito más y esa puerta pequeña se cerró, con unos recuerdos inolvidables para su colección. Recuerdos, que ella guardaba como tesoros en ese corazón troceado y dividido por la distancia. Y en su retina se quedó prendida su imagen bailando. En sus oídos su voz cantando. Y en el ambiente, su olor…

Su olor fresco de niña pequeña y eso… nadie se lo podría quitar, ni siquiera el tiempo…

María López Moreno

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