En una ocasión, escuché una vieja historia contada por un anciano con barba de nieve y surcos en su rostro, que reflejaban el paso del tiempo. Con una voz suave como brisa de la mañana, empezó diciendo:
«Al principio de los tiempos el mundo era oscuro, era marrón, era ocre, era castaño, era tierra. Había un árbol solitario, también oscuro, se sentía triste, sin saber el motivo. Sus hojas eran pardas, faltas de vida, opacas, sin brillo. Pensaba que no podía seguir así, que si seguía así moriría. Poco a poco sus ramas se iban desprendiendo. Imploró ayuda. Se resistía a desaparecer, tenía que encontrar una forma de ser útil, y alguien lo escuchó.
De pronto, apareció en el cielo, una luz cegadora que quemaba como como la llama de una hoguera. Era el sol. Se cubrió la tierra de un manto verde. El árbol perdió las hojas, pensó que había llegado su final. Sus ramas caían hasta el suelo, por su tristeza. Pero en un instante todo cambió. Empezó a echar hojas nuevas, verdes, brillantes.
El árbol volvió a ser verde y a dar sombra. Bajo él se refugiaban los animales para guarecerse del calor implacable. Aunque sus ramas ya no podrían elevarse. El Sauce ya no lloraba, porque con su sombra, era capaz de proteger a los animales que lo necesitaran. De manera, que ya no se sentía inútil y todos se lo agradecieron.
Lo de Sauce llorón, ya solo era un recuerdo…
Antonia Campos Hermosilla
Muy bonito Antonia. Me ha gustado mucho.
¡¡Felicidades!!
Que bonito Antonia!!
Que narración más bonita. Felicidades Antonia
Me ha encantado Antonia. Precioso!!