Fantasía…

Me han traído a un antiguo taller de reparaciones de muñecas de segunda mano, para venderme por más valor del que tenía cuando me compraron en un mercado ambulante.

Siempre he sentido una gran vocación por hacer sonreír a los niños y de vivir junto a ellos experiencias inolvidables. He pasado por numerosas casas, unas más humildes, otras de mayor posición económica y en todas ellas he conseguido dejar en los juegos de infancia, ilusión y bellos recuerdos del tiempo compartido…

Mientras espero mi nueva imagen, un torbellino de preguntas viene a mí sin alcanzar a comprender la necesidad de cambiar mi aspecto físico, dejando de lado lo realmente esencial.

¿Acaso es más importante una imagen perfecta, que el amor que puedo mostrar a mis amigos los niños? Me causa una gran tristeza que los humanos sean tan superficiales y solo se preocupen de una apariencia bonita dejando a un lado lo que realmente importa.

Pobres humanos, qué pronto olvidan el fantástico mundo de la infancia. Ya no recuerdan que la ilusión de un niño no está en la apariencia de las cosas, sino en los ojos con los que contemplan la realidad.

En el taller dicen que me van a reparar para que guste más a los niños. ¡Qué sabrán ellos!

 

 

                                                                                                                Araceli Gómez López

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