Capítulo I
Ella
Me encanta éste café: y no es solo porque me hace sentir bien, o por estar limpio y atrayente, o porque hacen un café extraordinario; también sus trabajadores cuidan y atraen a sus clientes, son cuidadosos en el servicio, en su tema de conversación y a la vez, saben ser invisibles cuando ven que ya no los necesitas.
Parece mentira pero, aquí he tenido mis mejores ideas. Vengo casi a diario, sobre todo, cuando un tema se me escapa, no viene a mí con la lucidez necesaria… Últimamente tengo algo nuevo por lo que me gusta venir; es por un hombre joven que parece que tenga las mismas necesidades que yo, mientras toma su café, escribe sin parar en un bloc.
Al principio no me fijé en él, pero un día, en un lapsus de mi tiempo, levanté la vista y vi que me contemplaba atentamente; al darse cuenta de mi asombro se puso muy nervioso y solo se le ocurrió hacerme una ligera reverencia. Me gustó su modo de salir del paso, se nota enseguida que es una persona educada y digna. Quise seguir ignorándolo pero, no he podido; últimamente no estoy en mi trabajo, tengo que reconocer que me atrae mucho más de lo que quisiera y por mucho que disimulo, nuestras miradas se atraen una y otra vez. No sé como seguirá la cosa, él se marcha antes que yo, a veces, cuando levanto la vista ha desaparecido dejando en mí ésa ansiedad que siempre me transmite.
Capítulo II
Él
Cómo iba yo a imaginarme que a mis años, me ocurriría algo así; es impensable. Yo apenas conocía éste café tan cercano a mi casa, siempre acababa en el “Continental” donde conozco a los dueños y siempre tengo reservada una mesa discreta porque, a veces, necesito escribir por mi trabajo pero, he aquí que, ya llevo tiempo que mis pies se dirigen aquí quiera o no quiera.
No me lo puedo explicar,; -Bueno si- la culpa la tiene una bonita persona que me ha hechizado sin poner nada de su parte, solamente la contemplación de esos ojos grandes, acariciadores, que me miran disimulando, y de la misma manera actúan los míos, como dos ladrones en acecho.
No se qué hacer, nunca me he visto en una situación semejante; al principio era como un juego, pero después, tengo que reconocer que, ésa mujer me atrae de una manera incontrolada. Mas parezco un adolescente que, el hombre serio y formal que siempre he sido. No tengo ni idea de cómo actuar, en vez de hablarle me escapo rápidamente; en éste caso, mi experiencia con las mujeres, no me sirve de nada.
Capítulo III
Ausencias
Elvira, es escritora, ha editado su tercer libro. Es una mujer joven, de ideas y costumbres sanas, nunca había tenido contacto con los hombres y he aquí que se ha dejado llevar por sus emociones cuando unos ojos se le han metido en el alma, por primera vez siente el amor y aunque no conoce al Joven, siente que, puede ser su amor soñado, ¿por qué no? Llevan muchos días estudiándose con la mirada, !Se haría la encontradiza!
Lentamente, sin mirar, mete su libro en el bolso, se pone el abrigo, se levanta y él, ya no está. Siente una desilusión que le amarga la noche, el caso es, que mañana tiene que viajar para encontrarse con su editor, por lo menos tardará dos o tres días…
Al tercer día vuelve dispuesta a lo que sea, tiene que hablar con él, sentir una seguridad, ella necesita conocer al hombre que ha sabido conquistarla, para hacerse cargo del futuro con el o renunciar a ésta ilusión ahora que no es demasiado tarde.
Entra decidida, con urgencia y al ver la silla vacía, siente una desilusión muy grande. Tal vez sea mejor así… se sienta dudosa, y la camarera le entrega un paquete con mirada triunfal, -ayer dejaron este paquete para usted, ha estado aquí los dos días esperándola…
Abre el paquete, y encuentra una carta y un manuscrito de poesía: “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”. Firmado por Neftalí Ricardo Reyes Bosoalto.
Se queda alucinada, repasa lentamente los poemas y ve que la define como su amor puro y sublime. Los poemas son extraordinarios y se siente protagonista de un amor romántico y limpio, al igual del que ella, siente en su corazón hacia él.
En la carta dice que, espera que esa carta llegue a sus manos, que está enamorado de ella, y sus lindos ojos lo persiguen en todo momento; que su vida va a ser muy desgraciada en adelante porque tiene que volar hacia un destino que su padre le ha elegido y es imposible eludirlo por ser su deber hacia él y todo lo que representa, tampoco puede decirle el tiempo que va a faltar tiene que adaptarse a esa empresa y sacarla adelante y en principio, no lo ve fácil,
Esos versos se los dedica por ser los que manifiestan lo que él siente por ella en cada momento del día. Le explica el viaje que hará al día siguiente. Que, la casualidad de la vida ha hecho que ella tenga que faltar precisamente esos días. Que espera que sea por algo muy bonito; que él se encuentra muy mal por esta situación de amargura, que nunca la olvidará…
Elvira siente una tristeza infinita, ve con pena cómo el destino se ha aliado con su mala suerte; no sabe qué hacer, por un lado cogería la pluma y le escribiría comprometiéndose con él, y con lo que siente pero, por otro lado, ella es una persona prudente y sabe en todo momento donde está el límite.
Sabe que la situación es problemática, no debe meterse entre esta familia, ahora que él se ha avenido a obedecer, y ella, es la que está en todo momento atendiendo a sus padres, y por otro lado se encuentra muy a gusto con su trabajo y su bienestar de ahora.
Lágrimas rebeldes acuden a sus ojos, mira, repasa una vez y otra los versos acuciada por la pena…
Capítulo IV
Veinte poemas de amor
Han pasado cinco años. La vida, se desliza lenta, perezosamente, Elvira no volvió por la cafetería, quizás fue cobarde, no se enfrentó a ése destino que tan feliz le hubiese hecho, ella era demasiado realista, su modo de ser, franca y leal no le permitió aprovechar ésa ocasión única para sus ansias de amar, pero no por eso se desesperó, ella sabía que, dentro de sus posibilidades ella hizo lo debido. Su madre murió de una enfermedad rápida, y su padre tuvo su consuelo en todo momento. En estos años su actividad creativa se creció y pudo escribir dos libros más llenos de verdad y vida que supo darles gracias a ese amor que aún sentía por aquél hombre que supo amarla a través de una mirada, de un sueño…
Aquel día se decidió, entró en ésa cafetería recordando aquellos días inolvidables que vivió. Dio una larga mirada arrastrando recuerdos a su paso; no estaba la muchacha que tan bien la atendía, en su lugar había una señora mayor simpática y vivaz que la observaba con curiosidad y simpatía. También vio una cosa nueva, una estantería donde se alineaban varios libros, los miró detenidamente, repasó sus títulos, y lo vio. “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” lo abrió con energía, !eran sus poemas! Se trataba de un libro flamante, firmado por “Pablo Neruda” -Esto no cuadra, -pensó…
Se sentó pensativa en una mesa, su cabeza no paraba de dar vueltas mientras leía silenciosamente , con recogimiento amoroso.
Martín, el encargado de la cafetería se acercó a Elvira y tras saludarla con grandes muestras de afecto y preguntarle por su familia y su actividad literaria, le hizo entrega de un sobre que a su nombre había llegado a la dirección de la cafetería de un tal Pablo Neruda, el poeta que lejos de su tierra alcanzó un gran reconocimiento por su obra “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”.
Elvira abrió el sobre donde pudo comprobar que su amor era correspondido.
Mientras tomaba lentamente su apreciado café, un arrebato de felicidad, se adueñó de ella de tal modo, que a partir de ese día, centró su vida en hallar la forma de cruzar esa barrera que la llevara hacia su amor…hacia su felicidad.
Fin
Lola Costarrosa
Qué bonito relato Lola. Has creado un mundo alrededor de los protagonistas que de manera amena te hacen introducirte en él. El final de la historia no podía ser de otra forma .. .. Felicidades.
Muy bonito Lola! Te ha quedado el relato precioso y ameno. Enhorabuena…
Precioso el relato Lola