Soy una muñeca muy afortunada. La señora que me compró, fue verme y se enamoró de mi. Ella tenía dos hijos y siempre decía que iba a adoptar a una niña negrita, pero no lo hizo, no sé si por miedo a la responsabilidad.
Me regaló a una niña rubia muy buena, todas sus muñecas estaban intactas, era muy cuidadosa con todas nosotras, no quería estropearnos
Tengo que decir que yo era diferente a las demás, todas eran rubias con largas melenas, mi piel era oscura, mi pelo negro y muy rizado, pero siempre me tenían en un lugar preferente.
Han pasado muchos años y por fin otra niña ha jugado conmigo. Esta niña era un horror; nos quitaba la ropa, pintaba a las demás y peinaba y cortaba sus melenas, tuve suerte de librarme de ello, aunque un día me arrancó las pestañas de un ojo. Estoy orgullosa de estar en esta familia, sigo en un lugar preferente.
Pero a la vez estoy indignada y aterrada por las humillaciones que mi pueblo sigue teniendo, siempre luchando contra el racismo y el hambre, huyendo de sus países a merced de personas malvadas que le quitan su dinero para llevarlos a otros países, empeñándose las familias para después dejarlos abandonados a su suerte en el mar.
Estoy muy triste por no poder hacer nada por ellos.
Soy una muñeca negrita, que sigue en una estantería esperando a otra niña… sin saber cuál será mi destino.
Luisa Aguilera
Luisa, está genial! Enhora buena
La muñeca de esta historia no se rinde ante las adversidades, y sigue esperando porque no ha perdido la esperanza.
¡Muy bonito Luisa!
Luisa con este bonito relato y valiendote de la muñeca negrita has plasmado la tragedia de las pateras que vienen llenas de inmigrantes engañados e ignorados por las naciones. Me ha gustado mucho como lo has planteado.
Enhorabuena Luisa.
Precioso relato, buena expresión y cómo en pocas palabras ha expresado tantísimas ideas