Me ha venido a la memoria una hermosa mañana del mes de mayo. Había quedado con una amiga para hacer un recorrido por el casco antiguo de la ciudad y contemplar las cruces de Mayo que ese año habían realizado las diferentes cofradías, y que engalanaban cada rincón de la antigua ciudad.
Existían premios para las tres cruces ganadoras .Mi amiga y yo íbamos expectantes para juzgar cuál de ellas nos había atraído más.
La mañana era serena, en el aire había un olor a juncia que te envolvía. Paseábamos con lentitud como si quisiéramos detener el tiempo, saboreando esos dulces momentos en los que aún no había comenzado el trasiego del personal . Contemplábamos con admiración aquellos caserones de piedra con aquel porte señorial. Aquellas casas centenarias que traían al recuerdo otros tiempos ya lejanos.
Nuestros pasos nos dirigieron hacia una esquina de una bella plazoleta donde se hallaba la Cruz ganadora. Toda revestida de claveles blancos y rojos y donde los utensilios de cobre de las viejas cocinas le daban un toque especial. Rodeada de unas sillas de anea con unos hermosos mantones de manila bordados en rojo y negro. Y con unos macetones de helechos pilistras y cintas que en su conjunto le daban una armonía y gran belleza a la Cruz.
En el centro de la misma unas tijeras clavadas en una manzana. Por aquello de lo que se pudiera rajar de la Cruz. Eran antiguos dichos.
Acompañadas de aquel aroma a juncia y de la cálida brisa de la mañana continuamos nuestro paseo.
Araceli Gómez López
Querida Araceli. Tu sensibilidad al describir esa cruz, me ha transportado a mi casco antiguo.
El barrio donde nací, me crié y nacierpn mis hijos. La plazoleta que describes, la tengo grabada en mi ser. Eran mis calles. Era mi barrio.
Y cuando llegaba mayo se vestía de fiesta y de flores de primavera. Te felicito por esa narración tan hermosa. Enhorabuena…
Araceli, precios relato de las cruces de mayo , haciendo un bello recorrido por viejo casco antiguo de Linares. Enhorabuena