Soy un maniquí que vivo en  una tienda de una bella ciudad, Sevilla, en la calle Cuna.

Mi trabajo  de Octubre a Marzo es tranquilo, estoy en el escaparate con el mismo traje, se paran a verme, pero siguen su camino, es una calle muy transitada siempre hay muchas personas, porque hay muchas tiendas.

Pero cuando llega Marzo, ya empiezan a cambiarme de vestido  y también el escaparate.

Hay una semana por esta fecha que hay muchísima gente en la calle y en toda la ciudad, que en esta época huele de maravilla, a azahar, incienso y cera. Las señoras van muy elegantes y los jóvenes y mayores van con sus trajes y corbatas y de vez en cuando veo a personas  vestidas con túnicas y capirotes y se oye música y tambores y la noche del  Jueves Santo le llaman la madrugá.

A partir de esa semana la tienda se llena de chicas y señoras para ver y comprar los trajes flamencas, a mí me cambian casi cada día con unos trajes de lunares , lisos , estampados con volantes, mantoncillos y flores… y así todo el verano          .

Pero este año no sé qué ha pasado, la dueña de la tienda no aparece, las tiendas están cerradas y por la calle no se oye nada como si no hubiese vida humana, solo se oye el trino de los pájaros que antes no se oían con el ruido de las gentes.

Tengo miedo , estoy completamente sola, a veces pasa alguna persona con mascarilla y guantes y camina rápido como si le persiguieran. ¿Qué pasará? .Han pasado muchos días, un día llego la dueña y su marido, lo miraba todo y llorando comenzó a hablar, se lamentaba de la ruina que tenían con el COVID 19 un virus mortal, que había paralizado al país y habían muerto muchas personas y otras se han quedado sin trabajo. Mi dueña está muy preocupada, porque han suspendido ferias y romerías y de eso vive. Yo me siento muy triste, con mi trabajo me reportaba mucha alegría y ahora no sé si podré volver a sentirla.

Luisa Aguilera