Recuerdo mi infancia, inocente, tranquila, sosegada, en un pequeño pueblo con el encanto que dejó la huella de su pasado árabe, sus murallas, su castillo…
El primer aroma que me viene es el del romero. Apenas empezaba yo a descubrir que más allá de mi casa existía la escuela, la iglesia y poco más.
Había muchas tradiciones que se celebraban todos los años y una de ellas era el día de la Candelaria. Todos los niños íbamos a la iglesia a hacer una ofrenda al niño Jesús, sin saber muy bien por qué. En una cestita de mimbre mi madre había preparado unas tortas con anises de colores, y la había adornado con unas verdes ramas de romero. Qué bien olía a campo, a sierra, daba gusto aspirar aquel aroma. Las tortas las recogíamos del horno que había en nuestra misma calle. Conforme nos íbamos acercando llegaba hasta nosotros un olor a pan recién hecho, que despertaba, nuestros sentidos.
Bajando la calle larga, asomaba a lo lejos, la gran torre majestuosa. Al salir de la calle se abría una plazoleta empedrada, que precedía a la iglesia. Del suelo emergían varios naranjos nevados de flores de azahar que emanaban un efluvio inconfundible, estaba rodeada por un seto de albahaca romana; una especie de hierba buena con las hojas más pequeñas, que desprendían un aroma parecido a la albahaca. Tenía unas florecillas rojas salteadas que cogíamos para chupar su dulce néctar, haciéndole la competencia a las mariposas.
El aire se envolvía de un bálsamo embriagador.
Al entrar a la iglesia, nos recibía el sacristán con el reluciente incensario, sujetándolo por la cadena, meciéndolo de un lado a otro, esparciendo el humo del incienso, penetrante, casi asfixiante. Todos formábamos un alboroto porque se nos nublaba la vista y tropezábamos unos con otros.
Por la noche, encendían hogueras, que dejaban un rastro a leña quemada. La gente cantaba y jugaba al corro alrededor de la lumbre…
Romero, azahar,
hierba buena, albahaca.
Son aromas añorados,
los aromas de mi infancia.
Antonia Campos
Precioso tu relato Antonia, has sabido plasmar un paisaje de maravilla dejando a su paso los olores maravillosos de nuestro campo andaluz y nuestras costumbres mas entrañables. Enhorabuena
Precioso relato del pueblo dónde naciste, sé ve qué le tienes un gran cariño, por eso tiene sensibilidad y dulzura.
Tú nos has llevado, por ésas calles y olores de ése pueblo serrano tan bonito.
Té felicitó
Unos recuerdos llenos de amor , aromas y nostalgia, dando un paseo por tu hermoso pueblo.Enhorabuena Antonia.
Querida compañera, me encanta tu relato. Has contado tu niñez con una ternura y un cariño por tus recuerdos, que al leerlos, sonríes y te sientes participe de ellos. Los ricos olores de la hierba buena y la albahaca, han estado embriagándome mientras leía.
Yo como admiradora de la arquitectura y la cultura árabe, te felicito por ser de un pueblo tan bello, y por el cariño y la perfección con que lo has presentado.
¡¡Enhorabuena Antonia!!
Este relato me ha trasladado hasta ese bello pueblo que es el tuyo y que yo bien conozco. Has realizado unas descripciones bellisimas de esa calle larga antesala de la plazoleta y de la Iglesia . Los aromas a romero y albahaca, me han venido a mis sentidos . He realizado un recorrido por aquel hermoso lugar. Lo has hecho desde tu recuerdo infantil. Ese mismo recuerdo que me ha venido a mi, aunque ya más mayor. Gracias Antonia por la belleza que has desplegado en tu precioso relato. Felicidades