Aromas y recuerdos…

Desde muy pequeña recuerdo que sentía un gran cariño y una gran devoción por todo lo que me rodeaba.
La visión de aquel hermoso patio rodeado de arriates con flores diferentes, con el suelo de tierra, y un pilón en el centro, donde bebían agua los gorriones, hacía sentir dentro de mí, cosas que entonces no podía explicar, y que hoy me llega claro y nítido, a mi alma y mi corazón.
Me sentía como la higuera y la parra, con los pies hundidos en la tierra, y mi pelo y mi corazón, como sus hojas, volando tras el viento.
La enorme higuera cuajada de nidos, daba cobijo a cientos de gorriones. Sentada en mi terraza balanceando las piernas fuera de la baranda, me sentía pajarillo, me sentía nube y viento. Recuerdo que hasta mí llegaba el olor de la cocina de mi madre (el olor inconfundible de sus guisos) que sin saber por qué, me daban serenidad.
Primavera, tiempo de Semana Santa, vestido y zapatos nuevos. El olor de la colonia comprada en la mercería de Periquito, perfumaba nuestro cuello el domingo de ramos. Aún hoy puedo olerla.
Mi madre tenía un don: era una gran cocinera. El olor de sus potajes con bacalao y panecillos, el bacalao con tomate, y el embriagante olor del arroz con leche espolvoreado de canela, hacían que de lunes a Viernes Santo, dentro de la cocina y en la calle, todo fuera una fiesta.
Los olores en verano eran ácidos y agridulces. El gazpacho con su sabor y olor a historia árabe y el pescado frito, nos movían los jugos gástricos, hasta tener un hambre de lobo.
Vivíamos en una Almazara, y el polvo que levantaban los carros cuando se llevaban el aceite, se metía en los ojos y nos hacía llorar. Pero me quedó impregnado en las fosas nasales para siempre, el olor del aceite recién salido de la prensa, que perfumaba el ambiente durante días y días.
Noviembre corazón del otoño, mes de todos los santos. Recuerdo el olor de mi casa, a gachas dulces con matalahúva frita y harina tostada, que huele a pan del cielo. Las castañas crujen y se asan al amor de la lumbre. Su olor es como el primer amor… nunca se olvida.
Mi madre cocina gachas tarantas; huele a gloria como la tierra de mi abuelo: Almería.
Diciembre. El crudo frio nos azota las piernas. En ese tiempo no había pantalones ni leotardos, solo tenía calcetines, y unas botas que me quedaban pequeñas.
Pero es el mes de la alegría, el mes de la Navidad y el año viejo, el mes de los pobres: de los que trabajan y de los que no tienen trabajo. Pero siempre había una cocina humilde oliendo bien, que compartía sus comidas navideñas con los más desfavorecidos, y esos días todos éramos felices.
Recuerdo el horno donde iba mi madre para hacer las tortas de aceite y los roscos de vino. Todos los ingredientes se preparaban en casa, las paredes quedaban empapadas de aquel aroma seductor, que acababa envolviendo el gran patio.
Uno de mis mejores momentos, era ir al horno con mi madre. La primera vez que entré en él, una emoción envuelta en curiosidad y encanto se apoderó de mí.
Creí pasar a un sitio sagrado. Había silencio. El torno moviendo la masa me pareció un juguete enorme. La harina se cuarteaba entre las manos de mi madre como algo embrujador. De pronto abrieron le puerta del horno, y un hombre con una gran pala, empezó a sacar pan. Ese olor a pan recién cocido, es el aroma y el alimento, capaz de levantar temprano a todos los seres humanos; y tan humilde, que aunque su corazón sea de trigo, va en la talega del jornalero, y se ofrece en la misa, como el Cuerpo de Cristo.
El olor es magia, y se perpetúa en los recuerdos de infancia…
Recuerdos de mi niñez
enamoran mi presente.
Tu olor eternamente en mí
siempre en ti mi amor

Dedicado a mi madre, Dolores Castillejo

María Luisa Heredia Castillejo

2 comentarios sobre “Aromas y recuerdos…

  1. Un relato bien estructurado. Con un recorrido por los diferentes aromas que en la mente infantil han quedado impregnados . Las vivencias en aquel patio con el pilón donde los gorriones bebían agua o el potaje de tu madre en semana santa, mezclado con los aromas de primavera , el vestido nuevo y el aroma de aquella colonia. . El olor que desprendía aquella Almazara y las gachas dulces de la festividad de todos los Santos…. Son tan bellas imagenes que me he trasladado contigo hasta aquellos lugares.
    Es un relato de una gran belleza descriptiva. Felicidades María Luisa.

    1. Gracias compañera. En este viaje a los añorados recuerdos de mi infancia no podía tener mejor compañía que tu.
      Como siempre, ha sido un placer recibir tu hermoso comentario literario, tienes un talento innato para revelar lo mejor del texto.
      Te felicito Araceli.

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