Estaba don Benito viajando por las cercanías de Ciudad Real, con dirección hacia Despeñaperros, cuando el automóvil en el que viajaba sufrió una avería, a consecuencia de la misma hubo que interrumpir el viaje.
Bajó del auto, mientras el conductor estuvo mirando el incidente de dicha avería.
Don Benito aprovechó para pasear por las cercanías de aquella escarpada sierra, cuando de repente le pareció escuchar unas voces.
Don Benito, se aproximó hacia el lugar de donde procedían dichas voces , y con asombro observó a un hombre enjuto con armadura y adarga en mano, junto a él un rocín más bien escuálido y entrado en años.
Era Don Benito hombre de letras, observador y conocedor de la historia de España. Había escrito también numerosas novelas donde estudiaba en profundidad la sicología del ser humano. Conseguía escudriñar en lo más íntimo de sus vidas.
Pero Don Benito nunca vio cosa igual.
Saludó al personaje con admiración:
Buenas tardes caballero, a quien tengo el gusto de dirigirme. Mi nombre es Benito, Yo soy Alonso Quijano, ordenado caballero, protector de princesas y menesterosos, deshago entuertos y todo ello lo hago para ganarme el favor de mi amada la sin par Dulcinea del Toboso.
Don Benito viendo que su interlocutor no se hallaba en sus cabales, se dirigió a Él con cautela, pero con admiración ante aquel personaje, al que a Él le gustaría describir en alguna de sus novelas.
Entablaron conversación amistosa en la que don Quijote le habló de algunas de sus aventuras, de cómo había liberado a unos presos , y en otra gran ocasión había luchado con gigantes, y con todos los malandrines que a su paso se encontraba.
La vida es compleja replicó Don Benito, siguiendo la locura de su interlocutor, pero he de decirte amigo Quijano que tus intenciones y acciones son encomiables y que la humanidad quedaría agradecida por tan grandes hechos y que la historia daría cuenta de todo ello.
A lo que Don Alonso quedó muy agradecido por tan loables palabras.
Y tú Benito a que menesteres dedicas tu existencia, replicó don Quijote
Pues verás amigo Don Quijote, escribo la historia de este país nuestro, que muy a mi pesar no entiendo mucho, y en ello estoy, y mis caballeros a veces no son tan loables
Cómo has de decir que un caballero no es loable replicó Don Quijote, los caballeros luchan haciendo el bien para ganarse el favor de su dama.
Viendo Don Benito que la conversación podía derivar en males mayores, optó por seguirle en sus razonamientos, asintiendo todo aquello que decía.
Se despidió de Él , deseándole toda suerte de ventura.
Don Benito quedó admirado del personaje, y decidió plasmarlo en alguna de sus novelas.
Lo que no sabía don Benito es que ese personaje ya formaba parte de la historia, y que otro gran novelista lo había dejado impreso en otra gran obra.
Araceli Gómez López
Un relato muy ingenioso, donde el encuentro de dos personajes, tan interesante, lo describes con precisión. Enhorabuena!!!
Este relato, descrito con escenas ocurrentes y con fina literatura; muestra el vivo conocimiento que tienes del lenguaje y tu pasión por la buena escritura.
Es ameno y brillante, y engancha desde el primer párrafo.
¡Enhorabuena Araceli!