Hoy estoy aquí delante de su sepulcro. Parece que fue ayer cuando lo vi por primera vez. Me deslumbró la luz de sus ojos azules. Yo estaba en el camino y él me miró con dulzura y no con deseo como los demás hombres, que solo querían poseer mi cuerpo.
Yo me sentía sucia cada vez que yacía con un hombre para conseguir dinero o alguna otra cosa.
Con él era diferente. Nunca me pidió nada, todo lo que yo le di, fue porque quise y porque lo amaba.
Por eso lo seguía a todas partes. Por eso le ungía los pies con perfume. Por eso lo alimentaba y lo alojaba en mi casa. Y estuve con él como alumna aprendiendo y comprendiendo su forma de ver la vida.
Y lo acompañé hasta el calvario. Durante el camino lo veía con la cruz a cuestas y se me partía el alma, pero no podía hacer nada, solo llorar y rezar como él me había enseñado. Rezar a su padre pidiéndole que no le hiciera sufrir demasiado. No se merecía ese castigo. ¿Lo hizo por la humanidad? ¿Por todos nosotros? Fue un castigo duro y cruel, nunca lo entenderé…y ahora estoy aquí, aguardando al tercer día.
Dicen que va a resucitar y no me quiero perder ese momento. En el fondo no lo creo, porque sé que está bien muerto, pero he visto tantos milagros a lo largo de estos años junto a él, que podría ser cierto.
No estoy sola. Hay más mujeres y entre ellas su madre. Llora…lloramos con esa pena profunda que te embarga por dentro partiendo el alma.
Sabes que ese hombre no ha hecho nada malo y lo han condenado como un criminal, como un asesino, cuando él solo ha dado paz y sabiduría por donde ha ido.
Seguiré aquí esperando a ver si se cumple el milagro de le resurrección. Ojala sea cierto. Ojalá resucite y pueda volver a verlo. Deseo mirarme en sus ojos azules como el mar y estar con él hasta la eternidad…
Estoy llena de cansancio y se me cierran los ojos. No quisiera perderme el momento pero no sé si podré aguantar hasta que se abra este sepulcro, donde está enterrado parte de mi vida.
Seguiré esperando el milagro…
María López Moreno