El niño más feliz de la Tierra

El niño estaba en el portal de su casa y escuchó un ruido. Miró por el ojo de la cerradura y se quedó perplejo de lo que veía. Se asustó y volvió a mirar, porque no se podía creer lo que sus ojos observaban.

Vio una figura descomunal. Se quedó callado, pero aunque no tenía miedo, miró otra vez, para cerciorarse bien de lo que veía. Entonces, por la cerradura vio unos ojos enormes con un brillo especial. Unas orejas grandes y una boca con unos dientes gigantescos y pensó, que podía ser un monstruo.

Tal era su impaciencia, que abrió la puerta sin ningún miedo y se quedó maravillado. Allí había un hermoso caballo negro con una cola larguísima, unas crines brillantes, unas trenzas preciosas y adornadas con unas guirnaldas de colores.

El niño saltaba de emoción, pensando que podría montarlo y pasó corriendo a su casa gritando. Su padre al verlo tan excitado le preguntó qué era lo que le pasaba. El niño grito ¡papá, hay un caballo precioso en la puerta!

¿Lo puedo montar? ¿Es para mí? El padre se echó a reír a carcajadas, al ver al niño tan contento. El niño se puso serio al ver que su padre se reía, pero pronto supo el porqué de esa  risa.

Cuando su padre le dijo que el caballo era suyo, porque era su regalo de cumpleaños, el niño no se lo podía creer. Eres un niño muy bueno y te lo mereces-le dijo el padre- El niño se puso a saltar de alegría y dando las gracias por el regalo, se montó en el caballo y en ese momento fue el niño más feliz de la Tierra…

 

Marisol Sances

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