Cuando despertó por la mañana se dio cuenta de que era su cumpleaños. Entonces recordó otro cumpleaños de 35 años atrás. Ella en ese recuerdo cumplía 35 años y ahora, ya había pasado la otra mitad de su vida. Con esta edad ya me puedo permitir ciertas cosas, sin que se vean extrañas o raras… y recordó aquella noche cuando su madre vino a felicitarla.
Hacía unos meses que había fallecido y al acostarse pensó en ella, y le produjo mucha tristeza el saber que no estaba allí para abrazarla y besarla como todos los años anteriores. Pero en la madrugada, en pleno sueño, notó su presencia y sintió su abrazo. Al despertar, su mejilla estaba helada y sentía el beso en ella. No se lo contó a nadie, puesto que estas cosas las entienden poco, pero ella supo que su madre la felicitó y eso era suficiente.
Cuanta falta hace una madre –pensó – y cuantas veces la añoró en todos esos años que la necesitó, pero la vida es así y hay que hacerse a todo. En ese momento recordó una canción de su época y decidió hacerse un regalo. La canción hablaba de un baúl lleno de recuerdos y ella comenzó a abrirlo muy despacito, sin prisas, saboreando cada uno de ellos. Al fin y al cabo que es la vida sino recuerdos – pensó – de ellos nos alimentamos y nos vestimos de añoranza.
Fue un cumpleaños bonito…
María López Moreno
Manoli
Es precioso me ha gustado mucho.
Los recuerdo no se olvidan nunca y muchas veces aparecen en los sueños.
Un relato muy emotivo María. Una caricia así , nunca se olvida.
ME HA GUSTADO MUCHO