Duelo

Amanece en la ciudad. Es una mañana gris y fría, como si se presintieran los últimos acontecimientos. La muerte ha visitado mi morada. La muerte ha truncado el destino de quien yo más quería…

¿Dónde estás Señor, dónde estás en este duro amanecer? ¿No te apiadas del dolor que sangra mi corazón?

¿Qué mal hicimos para que nos hayas abandonado en este momento en  que la muerte azota con dureza nuestro hogar?

Sé que estás ahí, pero no quiero saber nada de Ti.

No. No quiero saber nada; no te has apiadado de mi corazón.

Estoy herido, gravemente herido…

Cuando el pasar del tiempo cicatrice la herida que con tanto dolor lleva mi espíritu

¡ya hablaremos  Tú y yo!

 

Araceli Gómez López

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