Me transmites cada día tu miedo a la vida, ahora, cuando ya nada queda, cuando la deslumbrante juventud se fue sin dar explicaciones, sin dejar en el aire siquiera un consejo para la dura realidad en que nos deja.

Te diré amiga mía, que solo tú puedes ayudarte en esta etapa, que no es una crisis como otras que hemos pasado y con esfuerzo hemos logrado sacar adelante con trabajo y ahínco sabiéndonos jóvenes y con fuerzas suficientes para defender tu vida y la de los tuyos.

No, esa etapa se acabó; ahora nos toca dejar limpio el campo para los que nos preceden con sus fuerzas íntegras, con las ilusiones y todo aquello que han heredado para empezar la tarea hasta que les pase como a nosotros. ¡Triste verdad!

Ahora, quiero darte un consejo como regalo: Atrévete a volar a la altura donde tu corazón te eleve; encuentra donde no existan temores, no mires hacia atrás, mira solo lo sublime. No consientas que la mezquindad te atrape. Huye del egoísmo cotidiano, de las mentes vacías que te rodea.  Busca el amor y el sacrificio, sueña lo sublime, lo etéreo. Olvida el vacío que te atrapa, elige una meta cada día.

Tu cuerpo es viejo, pero tu mente es maravillosa, la ilusión es la mejor virtud. Cuando estés abatida lee un buen libro, a veces, una sola frase puede encender tu corazón de alivio y esperanza. No esperes que alguien te apruebe, solo tú dentro de tu corazón sentirás la plenitud de tu vida y la tranquilidad de tu conciencia

                                                                                                               Lola Costarrosa