Tarde de julio
fortaleza de trigos maduros
remolinos dorados
brillo de guadaña.
Erótica tierra
preñada de olor a mies.
Un sol apasionado
amarillo y rojizo
ciega la mirada del hombre.
El sudor empapa su rostro moreno.
Suavemente
danza la brisa entre los trigales
y seca la frente
del segador.
Cae la noche
y la luna en creciente
baña de plata
el sembrado de avena.
La mirada cansada
de un viejo pastor
contempla extasiada
el azul transparente
de la lejanía…
soñadora y mística.
Mª Luisa Heredia
De nuevo otra bonita de una tarde de Julio y de un entorno rural. Muy bello!!
Quise decir bonita descripción!! Felicidades!!
Los dos comentarios son muy bonitos.
¡¡Gracias Aracelis!!