¿Me estaré volviendo loca?
¡Os puedo asegurar, que mi cocina está encantada!
Sí, sí, encantada. Oigo voces que salen del lavavajillas y eso, no es normal. Como tampoco es normal, tener que estar encerrada en mi casa sin salir a la calle.
Estoy de Coronavirus, hasta las narices. Yo reconozco que es bastante peligroso y con una poquita de mala leche, porque, te contagia cuando menos lo esperas. Pero esto de estar encerrada en mi casa, lo llevo fatal. ¡Me estoy volviendo loca! Yo no soy de mucho salir, pero me gusta hablar con la gente y verles las caras. ¡Y ahora, eso no puede ser! Lo tenemos que hacer a distancia y por teléfono y claro… no es lo mismo.
Yo no vivo sola, porque está mi marido conmigo, pero es igual, seguimos en nuestro mundo cada uno. Aunque también tengo que decir, que estoy conociendo facetas de él, que no sabía antes. ¡Le gusta Nino Bravo! Sí, sí, como lo oís. Está escuchando sus canciones y se las sabe y todo. Aunque las canta un poco mal ¡Pero las canta!
Pero yo, por lo que estoy preocupada es, por mi salud mental. Como ya he dicho antes, me gusta el contacto con la gente y ahora a quien puedo tocar sin peligro es, a mi gata. ¡La tengo frita! Me huye cuando me ve y no quiere, que la toque.
Otra cosa que me preocupa mucho es, que oigo voces. Sí, sí, voces y vienen de la cocina, pero cuando me acerco se callan y por eso, he ideado un plan. Esta mañana me he levantado muy temprano para pillarlas desprevenidas y lo he conseguido. Ya sé de donde proceden las voces. Del lavavajillas…
Estaban discutiendo los vasos para guardar las distancias entre ellos. No me lo podía creer. He abierto la tapa y era una imagen dantesca. Los cuchillos, peleando con las cucharas y tenedores, para que se separaran los unos de los otros…
Los platos cambiando de lugar sin parar, porque los pillaba el virus. Los vasos, se daban empujones entre ellos… yo estoy de psiquiátrico, pero no me atrevo a decirle nada a mi marido, por si le da por llevarme a uno.
Me gustaría echarme en cara al virus ese, para decirle cuatro cosas y deje de tocar las narices, porque nosotras, estamos muy bien sin él. Ahora ya tengo una duda y no sé qué hacer. Tendré que dividir por zonas el lavavajillas y salvar las distancias entre todos los utensilios. No quiero seguir escuchando voces, ni quedarme sin vajilla.
Pero como buena troyana que soy, ya he ideado un plan.
Como el lavavajillas está en guerra, me voy a unir a él y voy a guiar la guerra.
Lo pondré todo muy ordenadito y muy separado para que no se rocen entre ellos. Se ve que le tienen pánico al virus ese.
Los tengo que guiar yo, porque si no, me van a dejar sin vajilla y la vida está muy mala en este momento, para comprar otra.
Así que haré de capitana estratega y los guiaré con paciencia y sin que se entere mi marido, porque él, no se lo va a creer.
Pero yo. Oigo voces !Ay! qué loca estoy…
María López Moreno
Mari, que gracioso, que ingenio tienes. Me encanta.
María me he divertido mucho leyendo tu monólogo. Es ingenioso y divertido, y no le falta detalle; es estupendo.
¡¡Enhorabuena María!!
Mari , me gusta como nos presentas estos días en tu hogar. El dialogo con los cubiertos vasos, platos que se encuentran en el lavavajillas es genial. Al igual que la conversación que mantienes con ellos. Las musas se ven que estaban divirtiendose.