Me tengo por una persona fuerte y valiente que ante las dificultades se crece y las afrontas  con energía.

Pero el día 15 de Marzo  del 2020, será una fecha inolvidable para mí. Sin ser un acontecimiento de boda, nacimiento de tus hijos, nietos, cumpleaños o fallecimiento de un ser querido que tanto dolor te causa.

¡No la olvidaré! Es la primera vez  en mi vida que he sentido miedo, un terror silencioso que se te clava como un puñal en la garganta, en las sienes y todo tu cuerpo.

Por un accidente familiar, tuve que ir al hospital, solo traspasar sus  puertas, sentí un golpetazo de amenaza, ante las personas cubiertas con mascarillas y guantes, cortándome el paso con su cuerpo y su mirada recelosa desconfiada.

En la sala de espera desierta, inusualmente, con el corazón en un puño, miraba a un lado y otro de la estancia, esperando al enemigo, ese enemigo silencioso en esta guerra sin ataques sangrientos, ni bombas.

Mi miedo siguió, al trasladarnos  a otro hospital debido a la gravedad del caso, mi miedo fue atroz al ver como los celadores se negaban a atender a mi familiar enfermo, pensando en que era posible enemigo infectado por ese terrible virus, sí, COVID 19, así le llaman.

Eso fue el principio, otra vez sola en la inmensa sala de espera vacía, solo que esta vez el miedo aumentó, frente a mí, tenía a dos posibles enemigos  con sus mascarillas blancas.

Ya en la habitación el miedo seguía, lo veía en el personal sanitario, al acercarse al paciente, tratando de mantener las distancias, pero haciendo su trabajo, pero de sus cuerpos emanaba el terror.

A veces creo que el miedo saca lo peor de las personas, evitando ser amables pero eran casos puntuales y creo que en esta guerra silenciosa, ellos son la fuerza de choque y se merecen el reconocimiento de todos nosotros, el mío lo tienen y mi respeto. Así como al resto de personas que están luchando contra el enemigo silencioso.

Un enemigo que ha tomado  prisionera a una parte de mí y sigo esperando que la libre de sus garras.

Sigo con mi miedo, pero algo mitigado, en el bunker de mi hogar, esperando, asomándome al balcón, viendo las calles desiertas, mirando las nubes, las estrellas y el vuelo de los pajarillos.

Cierro los ojos y pienso, estamos en primavera, los prados  llenos de flores y pronto llegará la < PAZ >.

Luisa Aguilera