Ya es sabido los malos tiempos que nos tocó pasar a las buenas personas que se libraron de esa guerra entre hermanos sin sentido alguno. Fue terrible volver a vivir, hacerse de una vida nueva y olvidar como buenamente podían a los familiares muertos, a una casa decente y garrarse a la vida como pudieron.
Entre mis primeros recuerdos está aquel mes de mayo que nunca se me olvidó por entrañable y alegre.
Recuerdo aquella Cruz de mayo que mis vecinas pusieron en el patio y que contribuyeron toda la vecindad. Yo que nunca tuve interés en esas fiestas me asombró que, en aquellos días me invadiera un asombro total, esa felicidad que nunca olvidé.
Aquella cruz cubierta de flores rojas, el telón de fondo con mantones de manila, aquellos peroles brillantes que parecía sacados de un sueño, aquellas macetas maravillosas puestas en sitios estratégicos, aquel pequeño estanque de agua que yo creí un milagro, y tantos detalles por aquí y por allá… No me cabía duda, era un sueño.
Pero lo mejor fue cuando cayó la tarde y dos chicos jóvenes empezaron a tocar una guitarra y otro una bandurria mientras los vecinos bailaban al son de la música alegres y felices, mientras los niños corrían locos perdidos gozando que aquellos momentos maravillosos. Mi padre me cogió en brazos y me llevaba cogida dando vueltas mientras yo, alucinaba a la luz de la velas.
Tanto ha cambiado la vida? !No! Es que el hombre es un ser maravilloso que sabe adaptarse a todas las situaciones y, hasta idealiza las cosas más normales.

Lola Costarrosa